Ernesto Pérez CastilloUn cable de EFE logró colarse en la primera plana de la edición digital de El Nuevo Herald, y lo hizo no por el drama humano que rezuma sino porque, tanto para la agencia como para el diario, la noticia era curiosa…
El titular mismo apunta hacia ello: “Agentes españoles descubren a un inmigrante escondido en una bolsa de deporte”. En un ejercicio supremo del peor periodismo, ya desde ahí se nos escamotea el fondo del asunto: no dice quién estaba en la bolsa, ni en dónde ocurrió el hallazgo, ni por qué corría semejante riesgo –no para qué, que obviamente era para emigrar, sino por qué lo intentaba de ese modo.
Luego el redactor no se apartará ni una pizca de ese propósito. En toda la nota, que no tiene más de una veintena de líneas, no aparecerá jamás el nombre del inmigrante, apenas identificado como “un joven marroquí”. El nombre en blanco y negro lo habría humanizado y puesto en carne y hueso ante los lectores, todo lo contrario de lo que la agencia quiere: cosificarlo, volverlo nada, ningunearlo y olvidarlo.
El asunto es que el marroquí fue hallado dentro de una bolsa de deporte, guardada en el maletero de un vehículo que estaba a bordo de una embarcación que cubre la ruta marítima entre Melilla, al norte de África, y la ciudad de Barcelona, en el noreste de España.
Según el guardia que lo encontró, estaba “completamente contorsionado”, con “síntomas de desorientación, nerviosismo, respiración agitada” y “empapado de sudor, producto del exiguo espacio en el que se encontraba, encajonado dentro de la bolsa de deporte” sin ventilación para coger aire. Pese a su grave estado, se consideró que no necesitaba asistencia médica.
Ni una sola palabra se dedica a comentar las razones que llevaron al joven a exponer a tales peligros su vida. ¿Por qué el redactor no infiere de todo ello que, evidentemente, las cosas van muy mal en Marruecos cuando los jóvenes hacen cosas como esa? ¿Por qué lo califica de inmigrante sin más ni más, y no lo presenta como un joven disidente que huye de una dictadura? ¿Por qué no usa el suceso como un ejemplo de que los jóvenes marroquíes no tienen más perspectivas ni futuro que escapar de su país, aun a riesgo de sus vidas?
La respuesta es una y solo una: porque no era un joven cubano. De haberlo sido, la noticia hubiera rebotado de diario en diario por el mundo, magnificada en titulares rojos, con fotos y más fotos, y acompañada de las declaraciones de cuanto pícaro quisiera pescar provecho para sí mismo.
Uno de esos pícaros que ahora guarda silencio es Yoani Sánchez, quien hace unas semanas, ante el hallazgo del cadáver del joven cubano Adonis Guerrero Barrios en el tren de aterrizaje trasero de un avión que arribó al aeropuerto de Barajas en Madrid, no tuvo miramientos para manipular el asunto, y secundada por el diario español El País, afirmó torcidamente: “No se trata ahora de sacarle una tajada política a la decisión tomada por el joven Adonis de emprender un viaje como polizón en el tren de aterrizaje de un avión DC-8 de Iberia, sino de encontrar las causas que lo empujaron a morir así.”
Nótese la cantidad de detalles: Yoani apunta el nombre del joven, en qué parte del avión se encontraba, y qué tipo de avión era. Ella, y el periódico que la publica, buscan a toda costa comprometernos con la historia que se nos quiere vender, y con la versión del suceso que les interesa asentar.
Pero es que Yoani no acierta en el plano general ni en los detalles. Adonis no fue encontrado en el “tren de aterrizaje” sino en el tren de aterrizaje trasero, pues los aviones tienen varios y no uno solo, como supone la blodeguera.
Al parecer, para Yoani Sánchez suponer es más que suficiente. Ya se ha dicho otras veces, y ahora la blodeguera ha vuelto a dar fe de su tremendísima y suficiente experticia periodística. Ha afirmado, y nadie sabe de dónde se ha sacado este detalle, que Adonis emprendio un “un viaje como polizón en el tren de aterrizaje de un avión DC-8 de Iberia”.
El Douglas DC-8 es un avión de reacción cuatrimotor que se fabricó entre 1959 y 1972, cuando modelos de mayor capacidad como el DC-10 le hicieron quedar obsoleto. Detalles del diseño del DC-8 le proporcionaron una leve ventaja en la faceta de carguero, posibilitando que cientos de ellos, remotorizados, continúen efectuando servicios de carga para diversas compañías. Pero hace mucho que no realiza vuelos comerciales en el transporte de pasajeros, al menos no con Iberia.
La verdad que a Yoani Sánchez no le interesó buscar es que Adonis no viajo de polizón en un DC-8, sino en el vuelo 6620 de Iberia, en un avión Airbus A320, pero ya se sabe que a Yoani le basta con inventarse las cosas y creérselas ella misma.
Su disparate de suplantar el Airbus A320 por un DC-8 fue abundosamente comentado en Foroaviones (http://www.foroaviones.com/foro/comercial-general/13270-dc-8-de-iberia.html), donde los usuarios dejaron las siguientes opiniones:
Ozzman: Sobre lo del DC-8, bueno, el que no es aerotranstornado no se dará cuenta de la burrada que está diciento... habrá sido un lapsus, porque tampoco es tan difícil averiguar el modelo.
beto_8: Que esta tía no tiene ni puñetera idea, y que no creo que se haya informado para hacer el artículo, estoy de acuerdo. Es una inútil. E insisto, sí, esa tía no tiene ni zorra idea de lo que ha escrito, porque no se ha informado. Pero antes de meterse con el periodismo, entérate que es más criticable que en la redacción nadie se haya dado cuenta del error, porque esto no es mandar el texto y colgarlo en el periódico. Pasa por muchas manos antes de sacar al papel (editores, correctores....). Ese sí es el grave error, no la tipa esta que no sabe lo que dice. El error está en quién ha dado el visto bueno para publicarlo, porque no lo ha revisado, y si lo ha hecho, tampoco tiene ni puta idea. Insisto.... soy periodista
Icaro: Me parece que aquí no solo es un fallo del periodista, sino de toda la cadena que creo que debe haber desde que una noticia se va ha publicar hasta que está impresa. Por que poner que el avión de Adonis era un DC8 es que no se había documentado nadie, pues si se hubieran documentado habrían visto que el DC8 fue de un suceso de hace 40 Años y es normal que ya no sea el mismo avión el que haga el viaje, pues una simple consulta hasta por teléfono y les habrían dado el dato de que avión era y como se llamaba, corregido el error y habría quedado mucho mas documentado.
Esos comentarios dejan en claro lo inocultable: que Yoani Sánchez y el diario español El País desprecian la verdad, y en la carrera por hablar mal de Cuba toman lo que se le ponga a mano y se inventan los detalles a tontas y locas. Yoani supone, improvisa y miente a mansalva, y El País le reproduce sus embustes sin una revisión elemental de lo que su premiada les envía.
En el mismo artículo sobre Adonis, ella fantasea: “¿Tenía un motivo adicional, como sentirse perseguido con peligro…? (…) Tampoco conocemos la gravedad de sus problemas, lo que sí podemos intuir es que no encontró a mano solución alguna para ponerles fin”.
Nótese que la blodeguera que cambia a su antojo un avión por otro, ahora también pretende suplantar a Adonis y poner en su lugar a un perseguido político, y aunque reconoce no saber “la gravedad de sus problemas”, asegura por cuenta propia que Adonis “no encontró a mano solución alguna”.
Sin embargo, aunque Yoani lo ignore, Adonis tenía familia, y esa familia, en declaraciones telefónicas para Diario de Cuba –un sitio digital que no se hace en Cuba, y del cual se puede decir cualquier cosa menos que sea afín al gobierno cubano–, en la voz de su padre y de su tía, ha afirmado que el joven “estudió en una escuela especial porque sufría algún retraso mental”.
La noticia, según Yoani Sánchez y El País, se resume a un disidente perseguido que huye en un DC-8 porque no tenía solución a sus problemas, mientras la verdad habla de un joven con problemas mentales que recibió educación especial y que intentó emigrar entre las ruedas de un Airbus A320. Si eso no es “sacarle una tajada política a la decisión tomada por el joven” –esa fue la introducción de Yoani–, entonces ¿qué es?
El lamentable caso de Adonis es comparable –citando otro artículo de El País– al de “el paquistaní de 21 años que murió en un avión de Lufthansa que había partido de Kuala Lumpur en septiembre de 2000. O aquel hombre tahitiano que intentó volar de Papete a París en mayo de ese mismo año. O los dos dominicanos que intentaron llegar a Suecia un mes después. O el cubano Roberto García Quinta, de 47 años, cuyo cadáver fue descubierto nueve días después de que abordara el tren de aterrizaje de un avión de Alitalia.”
Hay que ser ciego para no ver, otra vez, que la única víctima de tales desastres que es citada por su nombre es el cubano Roberto García Quinta, mientras los otros son mencionados apenas como “el paquistaní”, o “aquel hombre tahitiano”, o “los dos dominicanos”. ¿Por qué ellos no tienen nombre, y el cubano sí?
En defensa de Yoani solo se puede decir una cosa: es normal que ella confunda el Airbus A320 con un DC-8, pues fue precisamente un DC-8 de Cubana de Aviación el tipo de aeronave que el 6 de octubre de 1976 sufrió dos explosiones en pleno vuelo que lo precipitaron al mar, acto terrorista organizado por Luis Posada Carriles, en el que perdieron la vida 76 personas. Todavía en 1997 explotaron varias bombas en La Habana, en atentados también organizados por Posada Carriles, y que le costaron la vida al turista italiano Fabio Di Celmo. Esas acciones fueron financiadas desde Miami por la Fundación Nacional Cubano Americana, la organización terrorista que Yoani Sánchez acaba de felicitar por mano propia en El Nuevo Herald por sus 30 años de creada.