martes, 8 de marzo de 2011

CARTA PRIMERA A ERNESTO PÉREZ CASTILLO

Laidi Fernández de Juan, 25 de enero de 2011

Aun pendiente de comentar otros libros tuyos, empiezo por Bajo la bandera rosa (Letras Cubanas, 2009), tan generosamente obsequiado a quienes participamos en el Encuentro de Narrativa celebrado en La Palma, Pinar del Río, hace apenas unos días. Me niego a decir “narratología” como propuso el organizador, y dejo para más adelante el comentario de la figura a quien fue dedicado el evento, Mandy Abreu.
Los seis cuentos del libro, armado con astucia y efectividad, coinciden en los acercamientos que logras a esa zona geográfica que también es moral: La Habana profunda, sórdida, lastimada por el paso de los años y el resquebrajamiento de muchas arquitecturas, sin que sea reiterativo el abordaje del tema.
La ciudad adquiere caracteres de personaje al ser referencia constante, pero, sobre todo, debido al dúctil modo con que se introduce en las narraciones. Únicamente en las calles de Centro Habana pueden cobrar vida las peripecias narradas por ti, solo allí los personajes no resultan elementos circenses sino que se asumen como verosímiles integrantes de una particular población dentro de la metrópoli, y no puede ser otro el escenario donde han nacido y se desenvuelven los desafortunados personajes de tus historias.
La miseria espiritual y material recreada en las casi cien páginas de Bajo la bandera rosa, sin embargo, no es reflejada con misericordia ni con lástima. Ni siquiera de forma vergonzosa, sino todo lo contrario: Una especie de aceptación del destino y hasta de alegre integración al paisaje se respira en tus cuentos, de manera que se establece la paradoja de un disfrute visceral a pesar de la falta de fortuna. Los personajes son todos, sin excepción, buscadores incansables de mejoras, enamorados perpetuos, cultivadores de la amistad a ultranza, seres que no se dejan ahogar sin antes exigir su derecho al pataleo. Son fuertes contrincantes que hasta el último aliento lanzan sablazos, aunque sean considerados inútiles palos de ciego dada la grisura de sus horizontes.
Además de una entusiasta supervivencia, el movimiento físico es otra constante en estas narraciones: el tránsito por las calles impide sosiego, muchas acciones ocurren durante el traslado de los personajes por las avenidas populosas e infectadas del centro de la ciudad. Asi, Belarmino Acosta (de "En Zanja y Belascoaín") y Mandi (de "Mandi para sus amigos") se mueven en bicicleta por las arterias viales llevándonos con ellos, obligándonos a percibir los olores, los ruidos que se desprenden de la zona, y observamos a través de sus ojos los tejemanejes, los trueques, el carácter ilícito de cuanto negocio se despliega desde que amanece, y el Yeslandi del tercer cuento es conducido dos veces a la Estación de Dragones en una patrulla policial.
Formando una sinusoide, varios personajes van y vuelven en las páginas; admiro tu destreza narrativa para hacerlos regresar cuando ya creíamos haberlos dejado atrás. Es, sin dudas, otro rasgo de movilidad.

"El club de los comemierdas anónimos", segundo cuento del libro, introduce personajes, temas y conflictos que se mantienen luego como ejes fundamentales. Cartaya, quizás el más entrañable de todos los arquetipos, surge y muere en esta narración, pero se acude a él más tarde al pasar, como si no fuera importante ( En "Bajo la bandera rosa"), el Policía Estéreo Seguro (¿una suerte de Mario Conde, cómplice, comprensivo?), surgido también en el cuento que aparece en segundo lugar, se convierte en eje enlazador. Es la figura más constante, quien aparece siempre que se descubre alguna ilegalidad, acto este que sucede con la frecuencia natural que debe esperarse en los ambientes marginales de las narraciones.
A eso me refería cuando hablaba de astucia y efectividad: A la manera en que se mantiene un orden a lo largo del libro, aunque a primera vista parezca la concatenación caprichosa de varios sucesos. El policía a quien ya hice referencia aparece en tres cuentos más (en "Composición con introducción, nudo y desenlace", en "Una vaca menos, una vaca más" y en "Bajo la bandera rosa"), varias veces hay animales o bien protagonizando cuentos o como secundarios naturales; en más de una ocasión un turista (siempre italiano) pierde su billetera con billetes falsos, y provoca situaciones nada hilarantes, y el ambiente marginal, machista, racista, poblado por delincuentes, mujeres prostituidas, desdeñadas y víctimas que engañan y trampean cuanto les sea posible se mantiene en todas las narraciones.
A diferencia de un autor como Jorge Angel Pérez, que recrea agudamente ambientes similares en el magnífico libro En la Habana no son tan elegantes, tú te consagras con mayor ahínco al humor. Parecería difícil describir semejantes entornos con gracia, con sentido de choteo, en fin con humor cubano, pero debo decirte que lo consigues, y que alcanzas altísimos vuelos humorísticos.
La clasificación de los buzos, por ejemplo, es deliciosa (amén de la tragedia que se esconde tras estos ambulantes), las tribulaciones de Ustimenko se convierten en un vía crucis de tanta comicidad que debería ser llevado al cine, la estampa de los pioneros que saludan al protagonista del Desenlace parece salida de la película Bienvenido Mister Marshall, y podrían citarse muchos otros momentos.
Definitivamente, hay imágenes cinematográficas en tu libro, escenas que pueden convertirse en un excelente material audiovisual, de donde saldría una comedia muy de nuestra época. Te lo comento esperanzada, y en el mismo tiempo verbal que utilizas para empezar y terminar "Bajo la bandera rosa".

Ojalá a alguien mucho más práctico que yo se le ocurra una idea semejante. Mientras tanto, recibe la agradecida carcajada de una lectora que seguirá buscando, no lo dudes, nuevos textos salidos de tu mano de buen narrador.

2 comentarios:

Sonia Betancort dijo...

Enhorabuena, Ernesto, excelentes cuentos! Estoy corrigiendo unos trabajos de mi clase de literatura, una alumna checa ha hecho un precioso comentario acerca de "Una vaca más, una vaca menos". Un abrazo!!

Ernesto Perez Castillo dijo...

querida sonia, muchas gracias por tu comentario... y me encantaria leer ese otro comentario de la alumna checa soobre mi cuento... un abrazo, estamos en contacto...