miércoles, 18 de abril de 2012

DONDE CUENTO QUÉ HACÍA MI ABUELO EN GIRÓN EN 1961



Ernesto Pérez Castillo

Mi abuelo, que para 1961 debía rondar los sesenta años y aun no se había casado con mi abuela –con quien vivía desde mediados de los treinta–, al escuchar el ruidaje que estremecía su casa en La Lisa, levantada a sangre, sudor y ampollas de sus propias manos, salió al patio a las carreras.

Por intuición o por lo que fuera, llevaba desenfundado su revólver. Apuntó de inmediato al cielo y disparó los seis proyectiles entre el fojalle de la pobre mata de mangos, seguramente sin hacer impacto sobre su objetivo: el B-26 de fabricación norteamericana que sobrevolaba el barrio huyéndole a las cuatro bocas de la defensa antiaérea.

Poco después supo por boca de Fidel que no se había equivocado: pese a las insignias de las FAR visibles en las alas y la cola del avión, aquella nave y las que le secundaron no despegó de ningún aeropuerto de la Isla sino noventa millas más allá, en algún punto del territorio norteamericano, con la misión de bombardear los aeropuertos militares cubanos, neutralizar en tierra a la entonces simbólica fuerza aérea revolucionaria e inventar para la opinión pública mundial la fábula de que eran pilotos desertores de la revolución.

Pero mi abuelo era perro viejo, que no por gusto sirvió en la United States Merchant Marine, en la flota del Pacífico, durante la Segunda Guerra Mundial y yo guardo su medalla de veterano. De ese pasado marinero le quedó para siempre el color subido y requemado de su piel junto a un gracioso y enorme certificado probatorio de que alguna vez cruzó la línea del Ecuador.

Recuerdo su anécdota sobre el peor momento que vivió en aquella contienda, que no fue en los escenarios bélicos y ni siquiera a bordo de barco alguno, sino en el muy tranquilo puerto de San Francisco, cuando entró a un bar a pedirse un trago y el barman le gritó que se largara, que allí no se le servía nada a los negros. Mi abuelo, por sobre la barra, cogió al barman del cuello, lo trajo hacia sí, lo abofeteó tres o cuatro veces con sus manazas, lo lanzó por los aires contra el espejo de la pared del fondo y después le dijo en español: “¡Seguro que para combatir a los japoneses no te parezco tan negro, eh!”

El bombardeo a las bases aéreas de La Habana y Santiago de Cuba de aquel 15 de abril, como lo supuso mi abuelo, era la preparación de una invasión que se hizo realidad dos días después, despuntando el 17.

Ese amanecer una flotilla de cinco barcos –el Houston, Atlantic, Río Escondido, Caribe y Lake Charles, identificados para la ocasión como Aguja, Tiburón, Ballena, Sardina y Atún– transportó a la Brigada de Asalto 2506, compuesta por más de mil cuatrocientos mercenarios, con cinco tanques Sherman M-41, cañones de 75 y 76 milímetros, morteros de 4.2, varios camiones artillados y apoyados por seis aviones C-54, ocho C-46 y hasta dieciséis B-26.

De las treinta aeronaves, doce fueron destruidas. De los hombres, más de doscientos murieron en los combates y el resto resultó prisionero y luego devueltos al gobierno norteamericano cuando aceptó pagar una indemnización de 63 millones de dólares por los daños materiales causados durante la intentona.

Entre que el primer hombre rana mercenario emergió a la superficie en Playa Girón y que los tanques T-34 soviéticos, apenas recién llegados y tripulados por tanquistas de estreno, por orden expresa de Fidel metieran “las esteras en el agua”, no pasaron siquiera las setenta y dos horas que se anuncian en el comunicado oficial de la victoria. Y dos días después, todavía con el revólver al cinto, mi abuelo decidió dar por concluido lo que comenzara vaciando su revolver al aire.

Llamó a mi abuela y a mi madre –que entonces no era mi madre todavía, que aun no había conocido a mi papá, que a sus diecisiete años era uno de los más “viejos” entre los artilleros que desde las cuatro bocas enfrentaron a la aviación mercenaria y la gente conocía como los “niños héroes de la Base Granma”–, las montó en su Buick, lo puso en marcha y no paró hasta más de doscientos kilómetros después, cuando en la zona de los combates encontró uno de los aviones enemigos derribados.

Mi abuela y mi madre junto a los restos del avión mercenario derribado. Nótese que se identificaba falsamente con las insignias de la aviación cubana.

Allí se bajó del auto, fue hasta el aparato destartalado y, con las mismas manos que veinte años antes abofeteó al barman de San Francisco, le arrancó un pedazo del fuselaje y se lo llevó consigo de trofeo.

Ese pedazo de metal, atravesado por dos tornillos oxidados y aferrados a sus tuercas para siempre, ha estado desde entonces en la sala de mi casa, a la vista de todos, junto al televisor.

Allí lo han visto amigos y no tan amigos que me han visitado, y a los que han preguntado les he contado su historia.

Más de diez años después, finalmente y a punto de morirse, mi abuelo desposó a mi abuela. Para la fecha yo tenía ya mis cuatro años y era el tercero y el último de los nietos de mi abuelo.

Al sol de hoy, la casa de La Lisa de mi abuelo es otra casa (después que me mudé de allí, el nuevo dueño le hizo cambio sobre cambio sobre cambio al punto de dejarla irreconocible incluso para mí), el certificado de su cruce del Ecuador lo perdí la tarde que quise impresionar a alguna novia regalándoselo y debe haberlo botado cuando tuvo novio nuevo, del viejo revólver ni me acuerdo, y el Buick se hizo pedazos atravesado inmóvil en medio del jardín de mi infancia.

De mi abuelo solo conservo ese pedazo de metal que le arrancó al avión derribado, y lo tendré conmigo por muy poco tiempo. Mi abuelo sabrá perdonarme porque ese, su trofeo de guerra, se lo he prometido a un socio que bien que se lo merece. Que para eso fue mi abuelo con toda su familia a Playa Girón en abril del 61: para que yo tuviera algo de veras valioso que regalar a ese socio mío cuando por fin pueda regresar libre a La Habana.

1 comentario:

Anónimo dijo...

I'm not sure where you're getting уour information, but goοd toрic.
I needs to spend some time leагnіng muсh more or understаnding more.

Thanκs for magnificent іnfoгmatiοn I
wаѕ looking for this info for my mission.

Feel freе to surf tο my blog ... payday loans