Ernesto Pérez Castillo
De pronto una mañana, caminado por la calle 60 hacia
el mar, tuve una epifanía, una iluminación, un alumbrón de esa pequeña bombilla
que todos llevamos todo el tiempo agazapada en la cabeza.
Y es que iba al paso, al pasito, pensando en todas
las boberías que piensa uno cuando aun no acaba de amanecer y hay silencio en
los barrios –salvo alguna que otra cafetera que borbotea demasiado cerca de esa
ventana– y el alumbrado público se va despidiendo hasta la noche.
Así caminaba, incorregiblemente cabizbajo como
siempre, y entonces fue que la idea me sorprendió. La idea primero, la
reflexión sobre la idea después, desde el viernes y hasta la noche de este
domingo que termina tan calmo.
Era simple: en Siria está sucediendo –están haciendo
que suceda– lo que no lograron que pasara en Cuba. En Damasco ahora mismo explotan
bombas en los supermercados, en los hoteles de La Habana explotaron bombas
parecidas en los noventa y tantos.
A todas luces, no son sirios los que ponen las bombas
en Siria, como no eran cubanos los que trajeron las bombas a la Isla. En ambos
casos, los sicarios fueron contratados en países vecinos, mercenarios que
reciben su paga, si la reciben, a tanto por estallido.
Si abre usted la prensa –la prensa del mundo, digo–
de Siria cuando no se habla mal es porque se va a hablar peor, como solo se
habla peor y mal sobre Cuba en esas mismas primeras planas. Y los que mal
escriben reciben también su paga para ello. No es que esté de más decir lo
malo, es que es de mala leche decir lo malo solamente. Y una canallada mentir
cuando lo malo no les alcanza o no les parece suficiente.
El guión es el mismo, un calco al carbón, palabra por
palabra. Le han llamado “primavera árabe”. No hay que esforzarse mucho para
recordar cuánta publicidad se gastaron en aquello de la “primavera negra” en el
caso cubano.
En Siria, y
para colmo de casualidades, tuvieron incluso su “bloguera disidente”, una
muchachita joven y lesbiana –así se presentaba– que posteaba desde Damasco. Amina
Arraf Abdallah al-Omari lanzaba sus escritos y toda la prensa occidental la
replicaba, y grande fue el alboroto mundial cuando se denunció su secuestro a
manos del gobierno sirio. Su imagen apareció entonces en todos los diarios, y
ni uno solo se disculpó con sus lectores cuando la croata Jelena Lecic se
reconoció en la falsa foto de Amina que todos los medios publicaron.
Porque la bloguera Amina Arraf Abdallah al-Omari
nunca de los jamases existió. Era solo un personaje construido por Tom
MacMaster, un norteamericano cuarentón, residente en Escocia, que nunca aclaró
por qué le había tomado el pelo a medio mundo.
En La Habana, ya se sabe, construyeron también a su
bloguera, y se han gastado que sé yo cuántos miles o millones para convertir
esa tomadura de pelo en una ventana.
Así son de simples y de repetitivos. Pero, ya lo dijo
Martí, los buenos son los que ganan a la larga.
2 comentarios:
Refrescante lo escrito Castillo, mezcla periodística y poética (enlace Siria y Cuba mientras caminabas antes del alba..). Desde pequeño resido en Nueva York y 'no te imaginas' las veces que he entablado con conocidos y desconocidos semejantes temas, y demasiadas veces la reacción que he recibido ha sido una mirada perpleja o que el mundo es así y qué se puede hacer? La apatía, este se cree que se lo sabe todo, si sabes tanto porqué no eres rico, o hasta que si no te gusta vete del país. No me arrepiento. Creo oído decir por ciertos analistas o filósofos de eeUu, que en eeUu ha habido una sospecha/desconfianza (entre el poder y la población) hacia el intelectualismo (vemos las guerras, la desigualdad, la 'religión' como política, propagación de arte como el pop y reggaetón muy por encima del jazz, folk, y otros). Parecen + interesados en la farándula, el tamaño del cheque, el modelo de teléfono inteligente (se gastan como moscas), o el casón que ansían. La pren$a y películas, cinéticas, ni se digan, de forma abrumadora siguen el guión de hiperviolencia, lujuria, banalidad, e inconformidad/felicidad en el mercado. Claro, a todas costas viven de la publicidad que promueven (cualquiera es susceptible al venir cansado/da del trabajo..). Me parece una realimentación entre los medio$ y los antivalores de la sociedad que a diario vemos (casos- escuela de Connecticut, cine en Colorado, la violencia policial/imperial, etc). Nunca, si acaso, enlazan como haces aquí, un evento actual con el proceso histórico, para así entender/actuar mejor (la solidaridad por ejemplo). Así de simples y aburridos cojean y trepan. ☺
Bueno, gracias y saludos E.P.C., sigues haciendo mal lo malhecho. Oh, qué pasa que no has publicado aquí reciente?
saludos a ti, Gilgadu... y muchas cosas menudas me retienen, pero sigo en la pelea. un abrazo!
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