miércoles, 25 de agosto de 2010

ARISTÓTELES, LA COHERENCIA Y EL MÓVIL DE YOANI

Por Ernesto Pérez Castillo

Dicen que dijo Aristóteles que, a la hora de crear la trama, era necesario ser coherentes. Y dicen que dijo más: dicen que dijo que, puestos a ser incoherentes, había que lograr a toda costa ser, al menos, coherentemente incoherentes.
Y ello es algo que nuestra filóloga renegada deja a un lado siempre al montar los dramas que monta y vende a quien se los quiera comprar (o a quien se los encarga), ahogada en su tremenda capacidad para la incoherencia, a contrapelo de lo que sea, sin sentido, sin juicio, sin razón y sin necesidad alguna.
Pruebas de lo que antes digo se sobran, y para verlas no hay sino que ir a su propio blog, y ni siquiera avanzar mucho, apenas detenerse en su más reciente post, que tituló “Dame una perdida”.
Por ridículo, por increíble, y por desvergonzado que parezca, allí Yoani ha dicho (ella, ella misma, no es ahora alguien que dice que ella dijo): “Suena el móvil, pero no lo descuelgo. Espero que el ring ring se apague y me voy a un teléfono cercano para marcar el número que ha quedado registrado. He advertido a mis amigos que me hagan una llamada perdida y después les respondo, pero algunos insisten y olvidan el alto costo de un minuto de conversación en la red celular.”
Alguien no esta haciendo bien su trabajo… ¿Cómo esta muchachita va a escribir precisamente eso, luego que se ha mandado una conversación de media hora con el bloguero miamense Pepe Varela, conversación que fue grabada y puesta en la triple w, a disposición de quien la quiera?
Ella, por supuesto, vio un número desconocido en su móvil y no colgó, ni marcó entonces ese número desde su teléfono fijo. No, ella aceptó la llamada y se largó a hablar. Y cuando Varela se identificó, y es obvio que ella sabe quién es Varela, así como sabe que Varela no pertenece a su círculo íntimo, a pesar de ello, siguió hablando incontenible, sin tener para nada en cuenta “el alto costo de un minuto de conversación en la red celular”.
¿A qué viene ahora ese post, donde la Yoani se rasga las vestiduras, jurando que no puede darse el lujo de un minuto en su móvil? ¿A qué viene ese cuento, después de la casi media hora de conversación con un desconocido, con todos sus minutos a medio dólar cada uno?
Quien lo dude todavía, que escuche, también disponible en la triple w, a Reinaldo Escobar, el esposo de la blodeguera. Pues sí, cuando Yoani no pudo más, cortó abruptamente la conversación –la última palabra que se le escucha decir a la filóloga es “joderte”–, y entonces Escobar llamó a su vez a Varela, y le hace saber que con su llamada le ha consumido a Yoani la tarjeta del móvil.
Esa llamada de Escobar aclara y deja bien asentadas varias cosas. La primera, que la conversación grabada no es “apócrifa”… esa palabreja difícil de que tanto gusta la filóloga. La segunda, que ella hablaba desde su móvil. Y la tercera, que Yoani, incontenible, habló hasta por los codos, y por lo menos, de creerle a Escobar, hasta que consumió todo su crédito.
Lo que para nada deja claro Escobar es el por qué de su llamada. ¿Qué quería? ¿Advertirle a Varela que había hablado a un móvil? NO. ¿Decirle que usar un móvil, en Cuba, es muy caro? NO, que Varela será miamense pero no mongo. ¿¿¿Sugerirle a Varela que repusiera el costo de esa llamada???
En fin, como quiera que fuere, lo cierto es que Yoani ha publicado en su blog eso de que ella no habla por su móvil, apenas a unos días de haber quedado en evidencia, exactamente, por todo lo contrario. Si eso no es incoherencia, que revisen y rectifiquen todos los diccionarios.
¿A quién quiere convencer ahora, a los tontos que quizá alguna vez le han visto en Twitter, implorando que le recarguen el móvil, y han caído, aumentándole su siempre abultado saldo?
¿O será que ella, cuando monta sus escenas, sus dramas y sus tragicomedias, olvida su opulento día a día y pretende usurpar la dura vida de a diario del resto de los cubanos, esos para los cuales la jornada es esfuerzo y trabajo y sacrificio honrado y los lujos, si es que los hay, son pocos y muy de cuando en cuando?
Si algo en todo esto queda claro, ese algo es el móvil de Yoani.
No digo el celular, no digo el aparato, no digo el telefonito, sino el móvil, el fin último, el objetivo real, el móvil detrás de cada gesto de Yoani, y ese móvil no es otro que el dinero que recibe la blodeguera por decir lo que dice, para lo cual no necesita coherencia, sino todo lo contrario.

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