lunes, 22 de noviembre de 2010

YOANI SÁNCHEZ: CHIQUI CHIQUI MANDARINA

Ernesto Pérez Castillo

La verdad es que la comunidad europea es sabia, si no fíjese usted que a la bloguera más famosa del mundo mundial –sí, claro que usted no se equivoca, quién otra podía ser, hablo de la muy mentada y nunca bien ponderada filóloga cubana de talla extra, su excelencia Yoani Sánchez– le envían a borbotones desde el viejo mundo no solo euros –que en estos días le han regalado cuarenta mil, pero unas semanas antes le regalaron otros veinticinco mil– sino que además, atentos a las denuncias que a diario ella hace sobre la dictadura cubana, acaban de enviarle en pago, además, ¡una bolsa de mandarinas!
Según se lee de su puño y letra –que nadie más pretenda que quien escribe es el esposo– en su blog: “La ha traído –desde Europa– un lector que descubrió dónde vivo gracias a las pistas dejadas en el blog”.
¡Qué gesto tan valiente! ¡Qué arrojo! ¡Cuánto valor para cruzar la mar oceana, portando, entre sus manecitas de turista, una jaba de mandarinas! ¡Y cuánta ternura, que dulce pasión en eso de encontrar la casa de la muy noble Yoani apenas siguiendo “las pistas dejadas en el blog”.
Confieso que lo he leído, y me han brotado las lágrimas a raudales, recordando a Hansel, a Grettel, y a las miguitas de pan dejadas en medio del bosque por los hermanitos, para no perder el camino…
¡Y esa manera tan suya que tiene Yoani de contarlo! Ciertamente, la historia no es para menos, merecería violines de fondo… porque pensándolo bien, alguien que viene desde la fría Europa, dispuesto a atravesar la aduana comunista y otros infiernos terrenales, trayéndose hasta el trópico ni más ni menos que frutas tropicales… vaya… se pasó…
Por eso nuestra bloguera mayor se ha esmerado, y ha usado, por ejemplo, para referirse a las mandarinas, algo tan bonito como “anaranjados redondeles”.
¡Qué preciosidad! Si un niño en el pre-escolar lograra crear algo así, tan creativo, de seguro le regalarían una estrellita roja ese día. Pero ningún niño será capaz de formular tamaña imagen poética, que para eso la Yoani se estuvo durante un montón de años estudiando filología en la universidad.
Y eso no es todo. Ella, al pelar la fruta, para colocarnos en ambiente y hacernos la boca agua, escribe: “Tengo una fiesta de resina sobre cada mano”. ¡¡¡Ufff… yo es que me erizo!!!
¿Qué sería de este mundo sin Yoani? ¿Qué sería de nosotros si nos faltara un día tamaña fuente de información? Ahora que el gobierno anuncia que para el mes de abril medio millón de trabajadores quedarán disponibles de sus empleos, viene Yoani y le pone la tapa al pomo anunciando al mundo que en Cuba, encima, ¡¡¡no hay mandarinas!!!
¡Es como para poner el grito en el cielo! ¡Solo desde esa nueva perspectiva de no tener una mandarina a mano, aportada por la original visión de Yoani, es que se entiende en profundidad la actualidad cubana!
Y es que un país sin mandarinas es algo tan terrible, es algo así como… como eso, sí, como un país sin mandarinas…
Pero, Yoani, tengo una fe ciega, una fe tremenda en esta isla, y sé que un día tendremos mandarinas, y naranjas, y toronjas, y limas, y limones, y canisteles, y guayabas, y hasta tomates tendremos, y tantos, que la gente se lo pensará mucho antes de hacer algo ridículo, para evitar que los tomates que sobren se los lancen desde el público.

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