si, cómo no, la unica manera de que el 52 por ciento de venezuela no fuera socialista seria que ese 52 % fuera millonario... pero ese es un sueño... y los sueños, sueños son... mientras el 80 % viva en los cerros y recuerde cómo se "ocupaba" de ellos el capitalismo, venezuela será socialista... ¡VIVA MI COMANDANTE CHÁVEZ!
“A los pocos minutos vuelve, y me dice que no puede entrar al país, que mi habilitación ha sido cancelada, le pregunto que porqué y me responde que ella no sabia nada, que estaba en el sistema y que ellos cumplían ordenes, acto seguido se marcha y me deja con la palabra en la boca. Al rato vuelvo a interceptarla y sigo pidiéndole explicaciones, esta vez le reclamo que mis familiares están esperándome, que mis padres son personas mayores de 70 años, que me permita verlos para decirles qué pasaba. Respuesta negativa, no se puede, me dice, a lo que reclamo entonces la presencia de alguien de la Seguridad del Estado o la Contrainteligencia, aquí no hay nadie ahora, me responden, mientras comienzo a perder un poco los nervios. A todo esto los funcionarios de Aduana pasaban por mi lado sin ni siquiera mirarme, como si fuera un terrorista peligroso. La funcionaria me comunica que tengo que abandonar el país en el próximo vuelo de Iberia, le digo que me dé los motivos de mi expulsión y una notificación por escrito, me dice que eso lo tengo que averiguar en mi consulado. Al verme un poco alterado se acercan tres funcionarios mas, uno de ellos dice ser el jefe de unidad. Sigo pidiéndole una explicación, a lo que uno de ellos me responde: “Cuba se aboga el derecho de decidir quien entra al país”. “Se arroga el derecho”, le rectifico, me mira mal y me dice “eso mismo”. continua abajo
Seguimos discutiendo, les digo que yo soy tan cubano como ellos y que ese también es mi país, que no tienen derecho a no dejarme entrar. “Su habilitación esta cancelada” me dicen, el que se dice jefe de unidad me pregunta dónde vivo, le digo en Tortosa, Tarragona, me mira como si le hablara de otro planeta, “Cataluña, España” le aclaro. Me dicen que ellos no saben nada, que estaba en el sistema y que no podían hacer nada: “eso tienes que resolverlo en tu consulado allá en Miami”, me dice. Le rectifico: “en Barcelona, España”. Me traen el equipaje y me comunican que tengo que acompañarlos al avión, les reclamo que alguien tiene que avisarles a mis familiares que me están esperando, con gran cinismo me contestan que ellos se encargarían de hacerlo, que era su deber. (Al llegar a Madrid me entero que le habían dicho a mi familia que yo no venía en ese vuelo). Dos uniformados me escoltan hasta la puerta de embarque, y toman mi equipaje para llevarlo al interior del avión. Sigo reclamando, en este caso la presencia del comandante de Iberia, “No hace falta” me dice un funcionario cubano de Iberia, si , le digo ,tiene que saber que lleva un deportado en su avión, a lo que contesta “ya lo sabe”. Me llevan escoltado hasta la puerta de la nave, allí vuelvo a pedir la presencia del comandante, la cosa se tensa un poco, un sobrecargo me tranquiliza y me dice: “no te preocupes, yo se lo digo”. A estas alturas, me debato entre ir a mi asiento o montar un escándalo, ante el cansancio y la perspectiva de 9 horas más de vuelo tomo la decisión de calmarme, ya no podía hacer nada. El vuelo de vuelta fue una tortura, nunca me había sentido tan incómodo, a duras penas pude dormir un poco. La tripulación de Iberia en ningún momento se interesó por cómo estaba, parecía que volaba en cubana, una gran decepción. Al llegar a Barajas, lo primero que me encuentro al salir del avión son dos policías que me piden mi documentación, llaman a la central, me pregunta si he tenido algún problema con la justicia en España. “No”, les contesto, me devuelven mis documentos y me dicen “es un procedimiento rutinario, perdone las molestias, puede continuar”, un mejor trato que el que recibí en mi país. El resto fue un viaje infernal hasta mi casa, un montón de horas interminables, 40 horas en total desde que salí el 3 de mayo de Tortosa con la intención de pasar 16 días de vacaciones después de mas de 4 años sin ver a los míos”.
Seguimos discutiendo, les digo que yo soy tan cubano como ellos y que ese también es mi país, que no tienen derecho a no dejarme entrar. “Su habilitación esta cancelada” me dicen, el que se dice jefe de unidad me pregunta dónde vivo, le digo en Tortosa, Tarragona, me mira como si le hablara de otro planeta, “Cataluña, España” le aclaro. Me dicen que ellos no saben nada, que estaba en el sistema y que no podían hacer nada: “eso tienes que resolverlo en tu consulado allá en Miami”, me dice. Le rectifico: “en Barcelona, España”. Me traen el equipaje y me comunican que tengo que acompañarlos al avión, les reclamo que alguien tiene que avisarles a mis familiares que me están esperando, con gran cinismo me contestan que ellos se encargarían de hacerlo, que era su deber. (Al llegar a Madrid me entero que le habían dicho a mi familia que yo no venía en ese vuelo). Dos uniformados me escoltan hasta la puerta de embarque, y toman mi equipaje para llevarlo al interior del avión. Sigo reclamando, en este caso la presencia del comandante de Iberia, “No hace falta” me dice un funcionario cubano de Iberia, si , le digo ,tiene que saber que lleva un deportado en su avión, a lo que contesta “ya lo sabe”. Me llevan escoltado hasta la puerta de la nave, allí vuelvo a pedir la presencia del comandante, la cosa se tensa un poco, un sobrecargo me tranquiliza y me dice: “no te preocupes, yo se lo digo”. A estas alturas, me debato entre ir a mi asiento o montar un escándalo, ante el cansancio y la perspectiva de 9 horas más de vuelo tomo la decisión de calmarme, ya no podía hacer nada. El vuelo de vuelta fue una tortura, nunca me había sentido tan incómodo, a duras penas pude dormir un poco. La tripulación de Iberia en ningún momento se interesó por cómo estaba, parecía que volaba en cubana, una gran decepción. Al llegar a Barajas, lo primero que me encuentro al salir del avión son dos policías que me piden mi documentación, llaman a la central, me pregunta si he tenido algún problema con la justicia en España. “No”, les contesto, me devuelven mis documentos y me dicen “es un procedimiento rutinario, perdone las molestias, puede continuar”, un mejor trato que el que recibí en mi país. El resto fue un viaje infernal hasta mi casa, un montón de horas interminables, 40 horas en total desde que salí el 3 de mayo de Tortosa con la intención de pasar 16 días de vacaciones después de mas de 4 años sin ver a los míos”.
Seguimos discutiendo, les digo que yo soy tan cubano como ellos y que ese también es mi país, que no tienen derecho a no dejarme entrar. “Su habilitación esta cancelada” me dicen, el que se dice jefe de unidad me pregunta dónde vivo, le digo en Tortosa, Tarragona, me mira como si le hablara de otro planeta, “Cataluña, España” le aclaro. Me dicen que ellos no saben nada, que estaba en el sistema y que no podían hacer nada: “eso tienes que resolverlo en tu consulado allá en Miami”, me dice. Le rectifico: “en Barcelona, España”. Me traen el equipaje y me comunican que tengo que acompañarlos al avión, les reclamo que alguien tiene que avisarles a mis familiares que me están esperando, con gran cinismo me contestan que ellos se encargarían de hacerlo, que era su deber. (Al llegar a Madrid me entero que le habían dicho a mi familia que yo no venía en ese vuelo). Dos uniformados me escoltan hasta la puerta de embarque, y toman mi equipaje para llevarlo al interior del avión. Sigo reclamando, en este caso la presencia del comandante de Iberia, “No hace falta” me dice un funcionario cubano de Iberia, si , le digo ,tiene que saber que lleva un deportado en su avión, a lo que contesta “ya lo sabe”. Me llevan escoltado hasta la puerta de la nave, allí vuelvo a pedir la presencia del comandante, la cosa se tensa un poco, un sobrecargo me tranquiliza y me dice: “no te preocupes, yo se lo digo”. A estas alturas, me debato entre ir a mi asiento o montar un escándalo, ante el cansancio y la perspectiva de 9 horas más de vuelo tomo la decisión de calmarme, ya no podía hacer nada. El vuelo de vuelta fue una tortura, nunca me había sentido tan incómodo, a duras penas pude dormir un poco. La tripulación de Iberia en ningún momento se interesó por cómo estaba, parecía que volaba en cubana, una gran decepción. Al llegar a Barajas, lo primero que me encuentro al salir del avión son dos policías que me piden mi documentación, llaman a la central, me pregunta si he tenido algún problema con la justicia en España. “No”, les contesto, me devuelven mis documentos y me dicen “es un procedimiento rutinario, perdone las molestias, puede continuar”, un mejor trato que el que recibí en mi país. El resto fue un viaje infernal hasta mi casa, un montón de horas interminables, 40 horas en total desde que salí el 3 de mayo de Tortosa con la intención de pasar 16 días de vacaciones después de mas de 4 años sin ver a los míos”.
cuarta parte y fin de la historia: He querido exponer este caso en detalle, aunque no es el único, ni mucho menos. Cuba no sólo impide a sus ciudadanos salir libremente del país, sino que tampoco les permite la entrada como turistas, aunque tengan toda su documentación en regla, como fue este caso. ¿Por qué fue impedido Urbano González de entrar a Cuba el pasado de mayo, se preguntarán ustedes? La explicación la tienen aquí. En diciembre de 2009 Urbano González participó a cara descubierta en una manifestación frente al Consulado de Cuba en Barcelona. Así que las fotos que tomó el cónsul Calaña no deben ser tomadas a la ligera. Confrontadas con la base de datos del consulado (sí, todos los cubanos estamos obligados a registrarnos en el Consulado más cercano al país de residencia y a aportar cuatro fotos), esas fotos se convirtieron en veto de entrada. Espero que tomen nota las organizaciones que se dedican a documentar las violaciones de DD HH por parte del régimen cubano. Aquí tienen un caso claro de discriminación política, y a alguien que no tiene miedo a declarar y a ejercer sus derechos. Es vergonzoso que aerolíneas extranjeras se presten para estas labores de deportación injustificada. Pero este asunto no se va a quedar ahí.
No sabía que era lisito hacer protestas callejeras y grupales en Cuba. Qué raro que a los carismáticos españoles el gobierno cubano no les envió una multitud de policías como aquellos que tenían la digna tarea de reprimir a las Damas de Blanco. Seguramente fue un suceso efímero y no dio tiempo a poner sobre aviso aquel escuadrón antimotines, armado hasta los dientes, que irrumpió en la escuela de medicina de Jaguey Grande para controlar a los estudiantes paquistaníes que demandaban algunas mejoras a sus condiciones de vida.!Que valientes esos españoles, héroes de la dignidad!
8 comentarios:
Pero si los cubanos protestan frente a una embajada suya en el extranjero, les amenazan, les tiran fotos y luego les prohíben la entrada al país.
¿No es así?
Qué rico, protestar sin temer a las consecuencias.
Y de paso, el 52% de Venezuela no es socialista, por si no lo sabías.
si, cómo no, la unica manera de que el 52 por ciento de venezuela no fuera socialista seria que ese 52 % fuera millonario... pero ese es un sueño... y los sueños, sueños son... mientras el 80 % viva en los cerros y recuerde cómo se "ocupaba" de ellos el capitalismo, venezuela será socialista... ¡VIVA MI COMANDANTE CHÁVEZ!
“A los pocos minutos vuelve, y me dice que no puede entrar al país, que mi habilitación ha sido cancelada, le pregunto que porqué y me responde que ella no sabia nada, que estaba en el sistema y que ellos cumplían ordenes, acto seguido se marcha y me deja con la palabra en la boca. Al rato vuelvo a interceptarla y sigo pidiéndole explicaciones, esta vez le reclamo que mis familiares están esperándome, que mis padres son personas mayores de 70 años, que me permita verlos para decirles qué pasaba. Respuesta negativa, no se puede, me dice, a lo que reclamo entonces la presencia de alguien de la Seguridad del Estado o la Contrainteligencia, aquí no hay nadie ahora, me responden, mientras comienzo a perder un poco los nervios.
A todo esto los funcionarios de Aduana pasaban por mi lado sin ni siquiera mirarme, como si fuera un terrorista peligroso. La funcionaria me comunica que tengo que abandonar el país en el próximo vuelo de Iberia, le digo que me dé los motivos de mi expulsión y una notificación por escrito, me dice que eso lo tengo que averiguar en mi consulado. Al verme un poco alterado se acercan tres funcionarios mas, uno de ellos dice ser el jefe de unidad. Sigo pidiéndole una explicación, a lo que uno de ellos me responde: “Cuba se aboga el derecho de decidir quien entra al país”. “Se arroga el derecho”, le rectifico, me mira mal y me dice “eso mismo”. continua abajo
tercera parte:
Seguimos discutiendo, les digo que yo soy tan cubano como ellos y que ese también es mi país, que no tienen derecho a no dejarme entrar. “Su habilitación esta cancelada” me dicen, el que se dice jefe de unidad me pregunta dónde vivo, le digo en Tortosa, Tarragona, me mira como si le hablara de otro planeta, “Cataluña, España” le aclaro. Me dicen que ellos no saben nada, que estaba en el sistema y que no podían hacer nada: “eso tienes que resolverlo en tu consulado allá en Miami”, me dice. Le rectifico: “en Barcelona, España”. Me traen el equipaje y me comunican que tengo que acompañarlos al avión, les reclamo que alguien tiene que avisarles a mis familiares que me están esperando, con gran cinismo me contestan que ellos se encargarían de hacerlo, que era su deber. (Al llegar a Madrid me entero que le habían dicho a mi familia que yo no venía en ese vuelo). Dos uniformados me escoltan hasta la puerta de embarque, y toman mi equipaje para llevarlo al interior del avión. Sigo reclamando, en este caso la presencia del comandante de Iberia, “No hace falta” me dice un funcionario cubano de Iberia, si , le digo ,tiene que saber que lleva un deportado en su avión, a lo que contesta “ya lo sabe”. Me llevan escoltado hasta la puerta de la nave, allí vuelvo a pedir la presencia del comandante, la cosa se tensa un poco, un sobrecargo me tranquiliza y me dice: “no te preocupes, yo se lo digo”.
A estas alturas, me debato entre ir a mi asiento o montar un escándalo, ante el cansancio y la perspectiva de 9 horas más de vuelo tomo la decisión de calmarme, ya no podía hacer nada. El vuelo de vuelta fue una tortura, nunca me había sentido tan incómodo, a duras penas pude dormir un poco. La tripulación de Iberia en ningún momento se interesó por cómo estaba, parecía que volaba en cubana, una gran decepción. Al llegar a Barajas, lo primero que me encuentro al salir del avión son dos policías que me piden mi documentación, llaman a la central, me pregunta si he tenido algún problema con la justicia en España. “No”, les contesto, me devuelven mis documentos y me dicen “es un procedimiento rutinario, perdone las molestias, puede continuar”, un mejor trato que el que recibí en mi país. El resto fue un viaje infernal hasta mi casa, un montón de horas interminables, 40 horas en total desde que salí el 3 de mayo de Tortosa con la intención de pasar 16 días de vacaciones después de mas de 4 años sin ver a los míos”.
tercera parte:
Seguimos discutiendo, les digo que yo soy tan cubano como ellos y que ese también es mi país, que no tienen derecho a no dejarme entrar. “Su habilitación esta cancelada” me dicen, el que se dice jefe de unidad me pregunta dónde vivo, le digo en Tortosa, Tarragona, me mira como si le hablara de otro planeta, “Cataluña, España” le aclaro. Me dicen que ellos no saben nada, que estaba en el sistema y que no podían hacer nada: “eso tienes que resolverlo en tu consulado allá en Miami”, me dice. Le rectifico: “en Barcelona, España”. Me traen el equipaje y me comunican que tengo que acompañarlos al avión, les reclamo que alguien tiene que avisarles a mis familiares que me están esperando, con gran cinismo me contestan que ellos se encargarían de hacerlo, que era su deber. (Al llegar a Madrid me entero que le habían dicho a mi familia que yo no venía en ese vuelo). Dos uniformados me escoltan hasta la puerta de embarque, y toman mi equipaje para llevarlo al interior del avión. Sigo reclamando, en este caso la presencia del comandante de Iberia, “No hace falta” me dice un funcionario cubano de Iberia, si , le digo ,tiene que saber que lleva un deportado en su avión, a lo que contesta “ya lo sabe”. Me llevan escoltado hasta la puerta de la nave, allí vuelvo a pedir la presencia del comandante, la cosa se tensa un poco, un sobrecargo me tranquiliza y me dice: “no te preocupes, yo se lo digo”.
A estas alturas, me debato entre ir a mi asiento o montar un escándalo, ante el cansancio y la perspectiva de 9 horas más de vuelo tomo la decisión de calmarme, ya no podía hacer nada. El vuelo de vuelta fue una tortura, nunca me había sentido tan incómodo, a duras penas pude dormir un poco. La tripulación de Iberia en ningún momento se interesó por cómo estaba, parecía que volaba en cubana, una gran decepción. Al llegar a Barajas, lo primero que me encuentro al salir del avión son dos policías que me piden mi documentación, llaman a la central, me pregunta si he tenido algún problema con la justicia en España. “No”, les contesto, me devuelven mis documentos y me dicen “es un procedimiento rutinario, perdone las molestias, puede continuar”, un mejor trato que el que recibí en mi país. El resto fue un viaje infernal hasta mi casa, un montón de horas interminables, 40 horas en total desde que salí el 3 de mayo de Tortosa con la intención de pasar 16 días de vacaciones después de mas de 4 años sin ver a los míos”.
tercera parte:
Seguimos discutiendo, les digo que yo soy tan cubano como ellos y que ese también es mi país, que no tienen derecho a no dejarme entrar. “Su habilitación esta cancelada” me dicen, el que se dice jefe de unidad me pregunta dónde vivo, le digo en Tortosa, Tarragona, me mira como si le hablara de otro planeta, “Cataluña, España” le aclaro. Me dicen que ellos no saben nada, que estaba en el sistema y que no podían hacer nada: “eso tienes que resolverlo en tu consulado allá en Miami”, me dice. Le rectifico: “en Barcelona, España”. Me traen el equipaje y me comunican que tengo que acompañarlos al avión, les reclamo que alguien tiene que avisarles a mis familiares que me están esperando, con gran cinismo me contestan que ellos se encargarían de hacerlo, que era su deber. (Al llegar a Madrid me entero que le habían dicho a mi familia que yo no venía en ese vuelo). Dos uniformados me escoltan hasta la puerta de embarque, y toman mi equipaje para llevarlo al interior del avión. Sigo reclamando, en este caso la presencia del comandante de Iberia, “No hace falta” me dice un funcionario cubano de Iberia, si , le digo ,tiene que saber que lleva un deportado en su avión, a lo que contesta “ya lo sabe”. Me llevan escoltado hasta la puerta de la nave, allí vuelvo a pedir la presencia del comandante, la cosa se tensa un poco, un sobrecargo me tranquiliza y me dice: “no te preocupes, yo se lo digo”.
A estas alturas, me debato entre ir a mi asiento o montar un escándalo, ante el cansancio y la perspectiva de 9 horas más de vuelo tomo la decisión de calmarme, ya no podía hacer nada. El vuelo de vuelta fue una tortura, nunca me había sentido tan incómodo, a duras penas pude dormir un poco. La tripulación de Iberia en ningún momento se interesó por cómo estaba, parecía que volaba en cubana, una gran decepción. Al llegar a Barajas, lo primero que me encuentro al salir del avión son dos policías que me piden mi documentación, llaman a la central, me pregunta si he tenido algún problema con la justicia en España. “No”, les contesto, me devuelven mis documentos y me dicen “es un procedimiento rutinario, perdone las molestias, puede continuar”, un mejor trato que el que recibí en mi país. El resto fue un viaje infernal hasta mi casa, un montón de horas interminables, 40 horas en total desde que salí el 3 de mayo de Tortosa con la intención de pasar 16 días de vacaciones después de mas de 4 años sin ver a los míos”.
cuarta parte y fin de la historia:
He querido exponer este caso en detalle, aunque no es el único, ni mucho menos. Cuba no sólo impide a sus ciudadanos salir libremente del país, sino que tampoco les permite la entrada como turistas, aunque tengan toda su documentación en regla, como fue este caso.
¿Por qué fue impedido Urbano González de entrar a Cuba el pasado de mayo, se preguntarán ustedes?
La explicación la tienen aquí. En diciembre de 2009 Urbano González participó a cara descubierta en una manifestación frente al Consulado de Cuba en Barcelona. Así que las fotos que tomó el cónsul Calaña no deben ser tomadas a la ligera. Confrontadas con la base de datos del consulado (sí, todos los cubanos estamos obligados a registrarnos en el Consulado más cercano al país de residencia y a aportar cuatro fotos), esas fotos se convirtieron en veto de entrada.
Espero que tomen nota las organizaciones que se dedican a documentar las violaciones de DD HH por parte del régimen cubano. Aquí tienen un caso claro de discriminación política, y a alguien que no tiene miedo a declarar y a ejercer sus derechos.
Es vergonzoso que aerolíneas extranjeras se presten para estas labores de deportación injustificada. Pero este asunto no se va a quedar ahí.
No sabía que era lisito hacer protestas callejeras y grupales en Cuba. Qué raro que a los carismáticos españoles el gobierno cubano no les envió una multitud de policías como aquellos que tenían la digna tarea de reprimir a las Damas de Blanco. Seguramente fue un suceso efímero y no dio tiempo a poner sobre aviso aquel escuadrón antimotines, armado hasta los dientes, que irrumpió en la escuela de medicina de Jaguey Grande para controlar a los estudiantes paquistaníes que demandaban algunas mejoras a sus condiciones de vida.!Que valientes esos españoles, héroes de la dignidad!
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