lunes, 6 de julio de 2009

UNA MOTO SKODA Y UN BURRO CON RETRASO MENTAL (Novela por entregas) Por Ernesto Pérez Castillo

CAPÍTULO DOS
Y entonces nació mi hermano, de la noche a la mañana, o, para ser exactos, de la tarde a la noche, porque la verdad es que mi hermano nació como a las siete de la noche. ¿O se dice siete de la tarde? Uno se mete en esos problemas de no saber decir como es que se dicen las cosas nada más que por no hacer caso, y no atender a los maestros. Al menos, eso es lo que le dicen a uno desde chiquitico.
Yo me acuerdo que eso me decían, que atendiera a la maestra. Y yo la atendía todo lo que podía, pero era muy poco, porque la maestra tenía muchos problemas personales, y la verdad que casi nunca iba a la escuela y así no había manera de que yo ni nadie la atendiera.
MI mamá también faltaba mucho a trabajar. Ella también tenía problemas personales. O, para ser más exactos otra vez, mi mama tenía un problema personal. El problema personal de mi mama era yo. Los problemas personales de mi maestra eran su hijo y su hija y cada uno de los probables padres de sus hijos, pues se decía que ni ella sabía muy bien o con exactitud quién era el padre de cada cual. Eso sí, ella se había hecho mamá de sus hijos con un grupo bastante reducido de posible papás, y a cada tanto volvía con uno y otro. Así que ella tenía muy claros sus problemas personales, y el que no ha tenido nunca nada muy claro soy yo. Por eso no sé si a las siete pasado meridiano es de tarde o de noche, y hay otras muchas otras cosas que no sé.
Pero algunas cosas sí sé, aunque casi ninguna las aprendí atendiendo a la maestra ni a nadie. Por ejemplo, sé que mi hermano es un tipo muy listo, que además siempre logra hacerse entender. Porque la verdad, inteligente no es el tipo que logra entenderlo todo, sino el tipo que logra que todos lo entiendan a él.
Yo, por ejemplo, lo entiendo todo. De verdad, lo entiendo todo, y puedo darle explicaciones muy sencillas a cualquiera sobre cualquier cosa, pero nadie me entiende. No solo nadie me entiende: puedo asegurar además que nadie nadie me atiende.
Por eso fue que cuando mi papá estaba conociendo al que sería el nuevo amor de su vida, y yo lo miraba desde el suelo con las rodillas rasponeadas, además de yo, el resto del mundo los miraba a ellos. Cómo nadie me atiende nunca, después pensaron que yo me había caído de algún edificio, aunque en esa cuadra no había ninguno. Y también por eso me llevaron para el hospital, aunque yo me desgañitaba gritando que no tenia nada.
Y después en el hospital, cuando se me bajó la inflación de los codazos que me dieron en la boca, y recuperé el oído cuando dejé de escuchar el pito que se me quedó clavado en las orejas desde que al irme a sacar otra vez por la ventanilla y me golpearon la cabeza otra vez, bueno, cuando pude oír y hablar y escuchar de nuevo, ¿qué fue lo primero que me dijo el doctor? Pues me dijo: “así que tu fuiste el que trajeron hecho un desastre y gritando que te dejarán que no tenías nada”
¿Qué le iba a decir”
Mi hermano no. Ese ni le hace falta decir. Desde que nació, todo el mundo lo atiende y lo entiende. Y pobrecito el que no lo entienda, porque cuando mi hermano se siente incomprendido, mete a gritar y no hay quien lo pare.
Yo pensé que esa era una buena técnica. El día que la probé fue un día que el nuevo amor de la vida de mi papá cocinó un pollo que era el pollo más rico que me había comido yo en todos mis setenta y dos anos. Pues sí. Me comí mi pedazo de pollo, y le dije al nuevo amor de la vida de mi papa que me diera otro pedazo, y el nuevo amor de la vida de mi papá me miró, pero parece que no me atendió o no me entendió, porque siguió recogiendo la mesa. Ahí fue que me dije: “veamos si puedo aplicar la técnica que aplica mi hermano” Y comencé a gritar. Pero no duré mucho gritando, y la estupida que se estrenaba como amor de la vida de mi papá, en vez de servirme otro pedazo de pollo, pues no me entendió, y lo que hizo fue coger la cazuela del arroz, y mire usted que brutalidad, yo dando gritos por un pedazo de pollo y la imbecil lo que coge es la cazuela del arroz. Con lo diferentes que son, pues la cazuela del pollo es una cazuela de aluminio ligera, y la cazuela del arroz ni siquiera era una cazuela sino una olla de presión de acero grueso y pesado. Bueno, pues esta anormal sin darse cuenta de las evidentes diferencias entre la olla y la cazuela, cogió la olla y me la estrelló en la cabeza.
Yo hice silencio al instante. Semejante mujer tan bruta deja sin palabras a cualquiera, y más a mi, que encima comenzaba a sentir entre el centro de la cabeza y la oreja derecha el tortazo de acero que acababa de recibir.
Para colmo, mi padre, que estaba arreglándole algo al otro amor de su vida, es decir, al amor de su vida de verdad, o sea, a la moto Skoda, vino corriendo a ver que pasaba. Y ahí vi que esa mujer debe tener un coeficiente intelectual mínimo, subterráneo, diría yo, pues le dijo a mi padre que lo que pasó fue que yo había cogido la cazuela del arroz y la había lanzado al piso. La muy analfabeta seguía aferrada a la idea de que eso era una cazuela, cuando es obvio que es una olla de presión.
Mi padre, al escuchar aquello, me dijo que recogiera la olla de presión, él si sabía que aquello era un olla de presión, y me ordeno que se la entregara en sus manos. Así lo hice. Y entonces, entre el centro de la cabeza y la oreja izquierda sentí otra vez estrellarse la olla de presión contra mi persona.
Nada de eso hubiera pasado cuando todavía mi mamá era el amor de la vida de mi papá, cuando mi papá todavía no tenía su moto Skoda. NO es que yo pueda decir que mi mamá me entendiera o me atendiera mejor, porque decir algo como eso sería faltar a la más cierta verdad, pero la verdad de verdad es que eso nunca habría pasado porque nunca a ella yo le habría pedido otro pedazo de pollo, porque la verdad es que ella el pollo lo cocinaba muy mal. El pollo y todo lo demás.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Quisiera saber quien ha sido la persona responsable de redactar el post anterior, ya que ha resultado de enorme interes para mi calendario 2011

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Ernesto Perez Castillo dijo...

El autor del post anterior soy yo, Ernesto Pérez Castillo. Ese post es un fragmento de una novela no concluida.